Érase una vez en un país muy muy lejano vivían en un palacio unos reyes muy felices. El rey era fuerte y cariñoso y la reina guapa y muy inteligente. Tenían tres hijas muy felices las dos mayores, ya casadas, vivían en los países colindantes. La pequeña princesa, Petra era muy alegre, inteligente e independiente, una niña muy especial. Petra era el ojito derecho de su padre y desde que nació, el rey sintió una conexión especial con ella. Estaban siempre juntos y compartían muchas aficiones, salían juntos a cazar, disfrutaban del campo y adoraban la cocina. Podían estar horas y horas hablando y riendo.
Cuando Petra cumplió dieciocho años los padres organizaron una gran fiesta con pretendientes muy apuestos para que la princesa eligiera a su futuro marido. Le regalaron un vestido precioso hecho de oro, plata y diamantes. Los reyes sabían que Petra no accedería ya que no era una niña que soñara con el día de su boda como sus hermanas, ella temía ese día. Al terminar la fiesta Petra se fue a su cuarto entre lágrimas sabiendo que el día de su boda se estaba acercando. Cuando los reyes se despidieron de los invitados subieron al cuarto de Petra, los padres al ver el sufrimiento de su hija decidieron que no iban a dejar que su hija pasara por eso. Hablaron durante horas pensando en las opciones que había aunque Petra ya había tomado su decisión. Muy a su pesar Petra huiría de palacio abandonando a sus padres.
Y así fue, a la mañana siguiente se fue con una bolsa que le dieron sus padres. Al llegar al bosque Petra se sentía liberada pero a la vez muy triste ya que no sabía si volvería a ver a sus padres. Tras correr hasta agotarse Petra abrió la bolsa que le prepararon sus padres, en ella había un abrigo de todos los tipos de pieles que se podía imaginar. Era el abrigo más bonito y calentito que jamás había visto. En la bolsa también había un arco, el arco que utilizaba cuando cazaba con su padre al verlo Petra lloró hasta dormirse sin ver lo que quedaba en la bolsa. A la mañana siguiente despertándose por el hambre se dispuso a cazar y así todos los días. Pasaron semanas y meses sin que la princesa hablara o viera a nadie hasta que un día apareció una anciana cogiendo setas. La mujer al ver a la muchacha sola, sucia y tapada por un curioso abrigo la acogió.
Al llegar a la casa de la anciana ésta le dijo:
- Muchacha, ¿como te llamas? ¿de donde vienes? ¿de qué es ese abrigo?
- No lo se señora, no me acuerdo de nada. - mintió ella.
- Esta bien te llamaré toda clase de pieles, date un baño y hoy dormirás en la AZOTEA.
Petra obedeció y le agradeció a la anciana su hospitabilidad. Hacía mucho que no se sentía limpia y dormía tan bien. Pasaron las semanas y Petra y la anciana se encariñaron. Aunque no había un día en el que la princesa no pensara en sus padres por fin se sintió feliz, como en casa. La anciana trabajaba en las cocinas de un palacio y toda clase de pieles la ayudaba cuando no estaba cazando o buscando comida. Al pasar el tiempo la anciana fue necesitando más y más ayuda hasta que al final toda clase de pieles acabo ayudándola todos los días.
En palacio vivían unos reyes bondadosos y su hijo, el príncipe Al. Al era un muchacho muy especial, querido por todo el mundo, cariñoso y divertido. Un día, toda clase de pieles le subió la cena al príncipe ya que la anciana no se sentía con fuerzas. Cuando entró en la alcoba del príncipe, toda clase de pieles quedo petrificada ya que le había visto antes. El príncipe Al estuvo en la fiesta que le organizaron sus padres. A él ella le resultó muy familiar aunque no sabía de qué. La curiosidad le hizo acercarse a ella y poco a poco empezaron una gran amistad. Cuando llegó la hora de que Al buscara una mujer toda clase de pieles lloró asustada pensando que le perdería, así que fue a la anciana a contarle toda la verdad para buscar consejo.
- Así que, ¿eres una princesa?. - preguntó la anciana sorprendida.
- Sí señora, no se lo pude decir antes porque me daba miedo que la gente se enterara y no quiero que cambie nuestra relación. - contestó toda clase de pieles.
- Claro que nunca cambiará nuestra relación pero es hora de que dejes de fingir. Irás a la fiesta del príncipe y le contarás la verdad. - dijo la anciana.
Cuando llegó la hora de la fiesta toda clase de pieles sacó de la bolsa que le dieron sus padres un precioso vestido dorado como el sol, brillante como las estrellas y plateado como la luna. Estaba preciosa. La anciana la acicaló como la princesa que era.
Cuando la princesa entró en el gran salón todo el mundo se silenció y la miró. Ella, con mucha vergüenza fue a saludar al príncipe. Al ver a toda clase de pieles vestida con ese gran vestido lo recordó todo. Recordó por qué le resultaba familiar la primera vez que la vió, la había visto antes, era la princesa Petra.
- Te estaba esperando impaciente. - sonrió el príncipe.
- Tengo que contarte algo... - añadió toda clase de pieles.
- No hace falta, lo sé todo princesa Petra y quiero que sepas que te hubiera elegido a ti vinieras de donde vinieras. - contestó Al.
Días después se casaron, vivieron felices y comieron perdices.
Los cambios que he realizado:
- La madre no muere ya que no me gusta que los cuentos tengan muertes de seres queridos.
- No hay incesto debido a que me parece inapropiado para los niños y un tema bastante desagradable. En cambio hay mucho amor paternofilial.
- La princesa Petra tiene hermanas porque para mí las hermanas son muy importantes.
- Toda clase de pieles huye porque no esta preparada para casarse no huye de su padre.
- Los reyes le dan una bolsa con el abrigo, un arco y el vestido. La madre no le da los accesorios que le da en el cuento original. He cambiado esto debido a que me parecen cosas más útiles ya que la princesa Petra no es nada presumida.
- En el bosque la encuentra una anciana y no el príncipe ya que quería que toda clase de pieles se sintiera querida por alguien desde el principio.
- He cambiado al cocinero por la anciana para no añadir a muchos más personajes.
- En esta versión, toda clase de pieles y el príncipe Al ya se habían visto antes. He decidido esto por cambiar el amor a primera vista.
Hola Patricia,
ResponderEliminarEstá genial tu adaptación. He de decir que yo no he escuchado la historia original ya que yo hice la adaptación de otra historia (la de El hombre de la piel de oso). Pero por los cambios que dices que has realizado, me puedo imaginar la historia original.
Me ha gustado mucho tu adaptación, y la verdad es que a mi me ha enganchado la historia. Te falta concretar a qué edad dirigirías el cuento y argumentarlo. Yo creo que estaría muy bien para niños de 5-6 años.
Dices que has eliminado la muerte de la madre, porque no te gusta que los cuentos tengan muertes de seres queridos. Yo ahí discrepo un poco. Basándome en la edad que he puesto (5-6 años), creo que los niños conocen el tema de la muerte y empiezan a entenderlo (aunque todo depende de la edad de los destinatarios claro). Pero a los 5-6 años creo que ya se puede ir introduciendo en las historias y tratarlo con naturalidad, normalizarlo. Lo que sí que no haría es darle excesiva importancia al tema o contarlo con detalle. Pero no me parece mal que salga el tema. Aunque oye es mi opinión y a tí puede no gustarte tratarlo a esas edades. En esta profesión no todo consiste en si se debe o no se debe o si se puede o no se puede. También es importante cómo de cómoda se sienta la maestra con los temas que se traten, y si ella tiene la concepción de que no es un buen tema para esas edades y no va a estar cómoda tratándolo, mejor dejarlo para más adelante, ya que los niños lo captan todo!
Aun así la historia te ha quedado genial.
Saludos.
Irene
hola Patri!!! muy chula la adaptación, yo tambien la he hecho sobre toda clase de pieles. Me ha parecido muy entretenido leerlo y me parece correcta la adaptación. Yo en mi caso he dejado al personaje del cocinero.
ResponderEliminargran trabajo Patri!!!
Has escrito un cuento muy bonito, pero algunos de tus cambios afectan al esqueleto de la historia. La protagonista no es tan decidida ni tan astuta como la original ni usa los regalos para obtener el amor del príncipe.
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